LA GENERACIÓN DE LAS PANTALLAS
¿Serán las pantallas uno de los pocos alimentos intelectuales de la adolescencia?
Podríamos remontarnos a fines del siglo XIX cuando los hermanos Lumière mostraron la primera película o Guillermo
Marconi pudo enviar sonido a la distancia sin utilizar cables. Poco a poco los
métodos audiovisuales empezaron a sorprender al mundo. Sin duda que el gran
invento del siglo XX fue la
televisión. Algo espectacular que sirvió y sirve de enlace a millones de
personas. Por la década de los sesenta todo era diferente. En la Argentina
recién la televisión empezaba a convertirse en algo popular. Si bien la radio
creada en Buenos Aires en Agosto de 1920 por Enrique Susini había cautivado la
atención de todo el mundo. Los argentinos habían pasado cuatro décadas de oro
imponiendo entre otras cosas el tango, los radioteatros, los espectáculos
deportivos, las orquestas, cantantes, revistas radiales, informativas,
publicidad y las voces eternas de sus locutores que llenaban un espacio en el
corazón de todos.
La radio estaba ubicada en un lugar de la casa donde toda la
familia se reunía en su entorno. La década de los sesenta marcó el fin del
predominio radiofónico para ser reemplazado por la televisión. Para algunos era
el fin de la radio y del cine. Los primeros años marcaron en el público
consumidor un extraño fenómeno: La observación compartida. Los recursos
económicos no eran suficientes y solo algunos canales en blanco y negro hacían
que muy lentamente las familias pudieran acceder a su primer y único televisor
y ese nuevo aparato empezó a reemplazar el lugar geográfico de la radio. La
familia empezó a sentarse a su alrededor, pero con una diferencia notoria con
respecto a la radio.
A la televisión había que prestarle atención y no se podía
hacer otra cosa si se la estaba mirando. Además ser el primero en poseer el
televisor implicaba invitar a amigos y vecinos a ver. Por lo tanto ese nuevo
elemento generó el encuentro de distintas personas para compartir imágenes
audiovisuales como si fuera un pequeño cine en cada hogar. El televisor era cosa de
adultos, solo ellos podían acercarse a él para subir o bajar el volumen o
cambiar los escasos canales que transmitían algunas pocas horas al día. Es
decir había que levantarse y las opciones eran muy pocas. Además la programación
se la conocía de memoria o se consultaba en el diario o las revistas de
espectáculos. Eran otros tiempos y tener en su propia casa una pantalla era lo
más avanzado que podía suceder.
¿El comienzo del fin?
No
es solo la televisión, el hombre actual pasa demasiado tiempo frente a las
pantallas. ¿Por qué? La respuesta no puede darse de una forma simplista, ya que
el tema es complejo y tiene innumerables lecturas. Las pantallas son hoy día
adictivas. La exposición permanente a las pantallas provoca el mismo fenómeno
que el de la droga. Una adicción es una conducta repetitiva que se va haciendo
hábito de la cual es muy difícil salir.
La adicción es una enfermedad primaria, crónica con factores genéticos,
psicosociales y ambientales que influencian el desarrollo y sus manifestaciones. La enfermedad es
frecuentemente progresiva y fatal. Es caracterizada por episodios continuos o
periódicos de: descontrol sobre el uso, uso a pesar de consecuencias adversas,
y distorsiones del pensamiento. Las personas con escasos recursos
intelectuales, o poca curiosidad por llenar su ocio con una afición o una
actividad bien definida quedan atrapadas en esta adicción una y otra vez.
Entonces podemos afirmar sin temor a equivocarnos que a través de las pantallas
pasa casi todo el alimento intelectual del adolescente y del adulto. Cuando las
pantallas lo son todo y uno se subordina a ellas para poder realizarse en su
vida cotidiana. Cuando uno no puede entender “como se las arregló antes del
invento de esta nueva tecnología”. Cuando uno no puede estar sin una pantalla
cerca y se angustia con su falta. De ahí derivará un hombre escasamente culto,
pasivo a lo más fácil: apretar un botón y dejarse estar.
Pensemos algunos ejemplos: ¿Cuántas veces las
pantallas quitan horas de sueño? O retrasan una cita u ocupan un tiempo
importante en el día de una persona. ¿Cuántas cosas quedan sin hacer por estar
frente a una pantalla? Muchas veces quitan el contacto personal, y la
sensibilidad humana o bien contribuyen a la desatención. Si bien existen
algunas referencias educativas, son las mínimas y el común de la gente utiliza
las pantallas para la distracción.
En este contexto, por cierto no muy positivo se suma
una adicción más. La posibilidad de entretenerse añadiendo otra característica:
cambiando permanentemente de canales o de música o de juegos o de páginas web.
Y eso no es todo. La superposición de varios medios incluso cuando se realiza
una actividad manual o intelectual. Esta
segunda adicción puede llegar a ser más fuerte que la primera. El placer de
quienes utilizan el zapping para entretenerse es tan fuerte que la búsqueda de
un canal es lo menos importante. Lo peor que puede pasar es encontrar ese canal.
Porque no se busca nada en particular. Se dan vueltas y vueltas sin
encontrar nada. Lo mismo le ocurre al que busca videos en youtube o chatea con
infinidad de ventanas abiertas.
¿Por qué se produce esto?, ¿Cuáles son sus principales claves? Tal vez podríamos sintetizar los siguientes puntos:
1.
Las pantallas son una nueva forma de consumo. Son capaces
de llenar el tiempo libre de las personas y precisamente en ese tiempo libre la
persona salta de una cosa a la otra sin profundizar nada.
2.
El interés por todo y por nada a la vez. Como una
forma de insatisfacción y selección. Se busca algo que sea capaz de frenar ese
cambio compulsivo pero obviamente nunca se lo va a encontrar o tal vez no
provocará satisfacción el encontrarlo. La satisfacción es la búsqueda. El
sujeto que aplica zapping en su vida tiene el deseo de abarcarlo todo, que nada
se le escape, de poseer todo al mismo tiempo y dominarlo desde su pantalla como
situación de poder. La experiencia de cambiar permanentemente deja un
trasfondo, mezcla de codicia y descontento a la vez. El hombre, al no quedar
saciado, pasa y repasa los canales una y otra vez por ver si aparece algo nuevo
que sea capaz de suscitar su interés.
3. Se produce una invasión de informaciones en tanto
hace un recorrido superficial del cual no profundiza nada. Mientras tanto
ocurre una actitud de dispersión: muchas imágenes y poca consistencia, exceso
de información y escasa posibilidad de hacer síntesis de lo que llega
permanentemente. Es más grande lo que recorre que lo que profundiza.
4.
Todas las formas de hacer zapping tienen efectos
sedantes. Tranquilizan la ansiedad y hasta pueden generar sueño si lo utilizan
a las últimas horas del día. Es una forma de distender y conciliar mejor el
sueño.
5.
Los elementos tecnológicos de hoy en día cumplen con una
simple forma de manejo totalmente inductiva. Especialmente los que poseen una
pantalla interactiva. Por lo tanto al usuario le genera poco esfuerzo cultural y la ley de
menor esfuerzo es la que prevalece. No hay que poner el menor acto de voluntad.
Pero el zapping es ya la carta magna del súper mínimo esfuerzo. Se trata de
pasar el rato, de estar distraído, de estar acompañado, de construir mitos sin
más pretensiones. Es la evasión a través del mundo de la fantasía de las imágenes
que van entrando por los ojos y llegan hasta la cabeza, pero sin archivarse
nada, dada su rápida sucesión de imágenes y su conexión digital.
Aspectos psicológicos del zapping.
Las pantallas en manos de un joven o
adulto provocan el mismo efecto que un chupete en un bebe. Olvidarse el celular
o extraviar el control remoto de la televisión provocan disgustos desmesurados
entre los usuarios. A veces escucho peleas familiares por quien es el poseedor
de control remoto, como si este fuera el bastón de mando de una sociedad. Me
hace recordar los viejos televisores en blanco y negro cuando había que
levantarse a cambiar de canal. Por alguna extraña razón no había zapping. El
zapping aumenta cuantas mayores opciones hay para hacer. En la ópera “Don
Giovanni” de Mozart la trama es el típico “don Juan” que enamora mujeres. jóvenes,
adultas, viudas, casadas, etc. El personaje tenía una adicción: tenía que juntar
docenas y cuando se pasaba, tenía que comenzar nuevamente y así seguía haciendo
zapping para nunca terminar.
Las estadísticas dicen que el hombre hace más
zapping que la mujer. Tal vez tenga que ver con elementos antropológicos
producto de la selección que hizo el macho de la especie cuando debía salir a
cazar para obtener la comida. En cambio la mujer por ser más débil se limitaba
a la recolección y la cocina. Fijando su morada como su lugar propio. Sin duda
que en la actualidad muchas mujeres dejan la casa para competir igual que el
hombre en el mundo laboral. Es allí donde el volver al hogar hace que sentarse
frente a un televisor es una forma de buscar algo para entretenerse de la
actividad diaria luego de un fuerte desgaste laboral.
Si bien los tiempos corren y aparecen herramientas
nuevas de comunicación. Por un lado acercan a los que están lejos. Por el otro
alejan a los que están cerca. La afectividad de un abrazo se compensa con un
mensaje de texto. Todos estos medios nacieron como una revolución para el
futuro del mundo de las comunicaciones si son usados conscientemente. Sin
embargo muchas veces las personas se abstraen y circulan por el mundo seres
humanos robotizados, pasivos, acríticos, indiferentes, inmutables, grises,
mediocres y lo que es peor sin inquietudes culturales.